Los sevillanos llevan cien años poniendo los mismos nombres a sus hijos
Sevilla no se apunta a la moda de las Jennifer y los Kevin. Aquí, en los últimos cien años, es la tradición la que manda. Lo que abunda en el registro son nombres de toda la vida, sencillos y clásicos, igual en 1900 que ahora, en el siglo XXI. La estadística demuestra que aquí somos de ideas fijas.
Hoy los padres sevillanos se apuntan en masa al Alejandro y al María, al Manuel y al Lucía. Es cierto que cada vez más son las Jessicas, Yessenias y Sheilas, los Christian, los Christopher y los Yeray, pero siguen siendo casos pintorescos cuando se pasa lista en clase, más que la norma.
En esta tierra manda la tradición, y así lleva siendo desde hace un siglo. Lo demuestra el Instituto Nacional de Estadística (INE), que acaba de elaborar un listado histórico con los nombres más comunes de los españoles desde 1910.
Sevilla se caracteriza por su conservadurismo, por su apego a los santos con más predicamento y por su escaso seguimiento de las modas. Así, durante 70 años, los nombres preferidos para los varones se han mantenido inalterables, con el mismo orden incluso: Manuel, el indiscutible, lideraba la lista, seguido de José, Antonio, Francisco y Juan. En los años 60 se produce, al fin, un cambio en el ranking, con la entrada de Rafael, que saca a los juanes del top cinco. Los sevillanos siguieron la misma tendencia a la hora de registrar a sus hijas: Carmen, Dolores, María, Josefa y Rosario han sido, hasta 1970, los nombres más empleados, aunque en este caso sí se alternaban con más facilidad, eso sí, siempre con las cármenes acaparando el primer puesto.
El primer cambio de tendencia se detecta, según los datos del INE, entre 1970 y 1980, cuando en Sevilla se implanta una moda que ya venía imperando en el resto de España desde los años 50: los nombres compuestos. Aquí, en Sevilla y en toda Andalucía, no se estilaban más que los nombres cortos, una costumbre que había comenzado ya a romperse en Castilla, pero entonces comenzaron a llegar los nombres dobles: los Francisco Javier, José Manuel, José Antonio, para ellos; las María del Carmen, María José, María Dolores, para ellas. Poco a poco, la lista de clásicos fue abriéndose en los 80. El signo más evidente fue que Rocío, que apenas aparecía en las listas en lo que iba de siglo, de pronto se convirtió en el nombre predilecto para las niñas, por encima incluso de Carmen. Ya entonces comenzaron a abundar las Cristinas, las Marías y las Lauras.
Entre los 90 y el año 2000, la lista ya comenzó a tener poco que ver con la de sus padres y abuelos, aunque en ningún caso se dispararon los nombres extranjeros, extraños, curiosos. “Son excepciones en España, en todo el territorio nacional”, reconoce el INEen la introducción a sus datos. Los nombres antiguos de vírgenes dolorosas (Dolores, Soledad, Angustias) dan paso a las Martas y las Anas. En chicos, se cuelan en la lista Alejandro y Jesús, nombres hasta entonces con muy escaso predicamento en el sur (no aparecían ni entre los 20 primeros puestos en la década anterior), pero muy habituales en provincias como Madrid, Soria, Burgos, Salamanca o Valladolid.
Con la llegada del nuevo siglo, las familias sevillanas han demostrado que sus gustos cambian poco. Se adaptan a los nuevos tiempos, pero mantienen sus señas propias: los niños se llaman Alejandro por mayoría, pero también Manuel (un nombre relegado en el resto del país); las niñas se llaman María y Lucía, pero también Marta y Ana, santas de las que se olvidan en Barcelona, Madrid o Bilbao pero que aquí tienen clientela estable.
garcías y rodríguez. El INE también desvela cuáles son los apellidos más comunes del país. En Sevilla ganan los García, los Rodríguez, los Fernández, González, y Sánchez. Lo que llama la atención es que no se encuentre en estos cinco primeros puestos ni un López ni un Pérez, apellidos mucho más extendidos en el resto del país. Gómez, Jiménez, Romero, Muñoz, Moreno y Gil son otros de los apellidos más repetidos entre los sevillanos.
(Publicado en el diario El Correo de Andalucía del 09/08/08)
Hoy los padres sevillanos se apuntan en masa al Alejandro y al María, al Manuel y al Lucía. Es cierto que cada vez más son las Jessicas, Yessenias y Sheilas, los Christian, los Christopher y los Yeray, pero siguen siendo casos pintorescos cuando se pasa lista en clase, más que la norma.
En esta tierra manda la tradición, y así lleva siendo desde hace un siglo. Lo demuestra el Instituto Nacional de Estadística (INE), que acaba de elaborar un listado histórico con los nombres más comunes de los españoles desde 1910.
Sevilla se caracteriza por su conservadurismo, por su apego a los santos con más predicamento y por su escaso seguimiento de las modas. Así, durante 70 años, los nombres preferidos para los varones se han mantenido inalterables, con el mismo orden incluso: Manuel, el indiscutible, lideraba la lista, seguido de José, Antonio, Francisco y Juan. En los años 60 se produce, al fin, un cambio en el ranking, con la entrada de Rafael, que saca a los juanes del top cinco. Los sevillanos siguieron la misma tendencia a la hora de registrar a sus hijas: Carmen, Dolores, María, Josefa y Rosario han sido, hasta 1970, los nombres más empleados, aunque en este caso sí se alternaban con más facilidad, eso sí, siempre con las cármenes acaparando el primer puesto.
El primer cambio de tendencia se detecta, según los datos del INE, entre 1970 y 1980, cuando en Sevilla se implanta una moda que ya venía imperando en el resto de España desde los años 50: los nombres compuestos. Aquí, en Sevilla y en toda Andalucía, no se estilaban más que los nombres cortos, una costumbre que había comenzado ya a romperse en Castilla, pero entonces comenzaron a llegar los nombres dobles: los Francisco Javier, José Manuel, José Antonio, para ellos; las María del Carmen, María José, María Dolores, para ellas. Poco a poco, la lista de clásicos fue abriéndose en los 80. El signo más evidente fue que Rocío, que apenas aparecía en las listas en lo que iba de siglo, de pronto se convirtió en el nombre predilecto para las niñas, por encima incluso de Carmen. Ya entonces comenzaron a abundar las Cristinas, las Marías y las Lauras.
Entre los 90 y el año 2000, la lista ya comenzó a tener poco que ver con la de sus padres y abuelos, aunque en ningún caso se dispararon los nombres extranjeros, extraños, curiosos. “Son excepciones en España, en todo el territorio nacional”, reconoce el INEen la introducción a sus datos. Los nombres antiguos de vírgenes dolorosas (Dolores, Soledad, Angustias) dan paso a las Martas y las Anas. En chicos, se cuelan en la lista Alejandro y Jesús, nombres hasta entonces con muy escaso predicamento en el sur (no aparecían ni entre los 20 primeros puestos en la década anterior), pero muy habituales en provincias como Madrid, Soria, Burgos, Salamanca o Valladolid.
Con la llegada del nuevo siglo, las familias sevillanas han demostrado que sus gustos cambian poco. Se adaptan a los nuevos tiempos, pero mantienen sus señas propias: los niños se llaman Alejandro por mayoría, pero también Manuel (un nombre relegado en el resto del país); las niñas se llaman María y Lucía, pero también Marta y Ana, santas de las que se olvidan en Barcelona, Madrid o Bilbao pero que aquí tienen clientela estable.
garcías y rodríguez. El INE también desvela cuáles son los apellidos más comunes del país. En Sevilla ganan los García, los Rodríguez, los Fernández, González, y Sánchez. Lo que llama la atención es que no se encuentre en estos cinco primeros puestos ni un López ni un Pérez, apellidos mucho más extendidos en el resto del país. Gómez, Jiménez, Romero, Muñoz, Moreno y Gil son otros de los apellidos más repetidos entre los sevillanos.
(Publicado en el diario El Correo de Andalucía del 09/08/08)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario